Banco Mundial

El Rol del Banco Mundial en la Agricultura 2025

¿Cuál es el enfoque del Banco Mundial en agricultura?

Apoyo financiero y técnico

El Banco Mundial es uno de los principales impulsores del desarrollo agrícola a nivel global. Su enfoque combina financiamiento, asesoramiento técnico y colaboración con gobiernos para transformar el sector agropecuario, especialmente en países en vías de desarrollo. A través de préstamos, subsidios y asistencia técnica, promueve la modernización del campo, el acceso a mercados y el uso de tecnologías innovadoras.

Desde mi experiencia como agrónomo, he visto cómo este tipo de apoyo puede ser clave para abrir nuevas posibilidades productivas, siempre que esté bien dirigido. En muchos proyectos, la asistencia técnica es tan importante como los recursos financieros. He observado casos donde la capacitación ha sido el elemento que marca la diferencia entre el éxito y el estancamiento.

Priorización de seguridad alimentaria y sostenibilidad

Una de las prioridades actuales del Banco Mundial es lograr una agricultura que asegure la alimentación de las poblaciones más vulnerables sin comprometer el medioambiente. Por eso impulsa iniciativas de agricultura sostenible, mejora de infraestructura rural, innovación tecnológica y agricultura climáticamente inteligente.

Este enfoque busca que las comunidades agrícolas sean más resilientes ante el cambio climático, puedan producir más con menos recursos, y accedan a los beneficios económicos del comercio agrícola global. Sin embargo, como veremos más adelante, estos objetivos pueden chocar con realidades locales muy distintas.

Casos de impacto positivo: cuando el Banco Mundial transforma el campo

Guatemala: riego tecnificado y mejora de ingresos

Uno de los proyectos más positivos que he observado fue en Guatemala, donde el Banco Mundial financió la modernización de sistemas de riego. Antes de la intervención, los agricultores utilizaban métodos rudimentarios que no solo eran ineficientes, sino que los dejaban totalmente expuestos a las sequías.

Con la introducción de tecnología de riego tecnificado y programas de capacitación técnica en el uso, mantenimiento y gestión del agua, se produjo un cambio radical. La productividad creció notablemente, y muchas familias agricultoras lograron no solo mejorar sus ingresos, sino también su seguridad alimentaria. Ver cómo aumentaba la confianza de los agricultores y cómo crecían sus cultivos fue uno de los momentos más gratificantes de mi carrera.

África: agricultura de conservación y resiliencia climática

En otro proyecto en África, el Banco Mundial financió prácticas de agricultura de conservación, incluyendo la siembra directa, la rotación de cultivos y el uso de cobertura vegetal.

Al principio hubo resistencia, algo comprensible cuando se introducen técnicas nuevas. Pero a través de demostraciones, talleres y pruebas de campo, muchos agricultores empezaron a adoptar estas prácticas. El resultado: suelo más fértil, mayor retención de humedad, menos uso de fertilizantes químicos y estabilidad en los rendimientos.

Estos casos muestran que, cuando hay una buena combinación de financiamiento, capacitación y adaptación al contexto, los proyectos agrícolas financiados por el Banco Mundial pueden tener un impacto transformador.

Críticas frecuentes a los proyectos del Banco Mundial

Condicionalidades y modelos orientados a la exportación

Una crítica constante es la condicionalidad que acompaña a muchos préstamos del Banco Mundial. En algunos casos, estos condicionamientos han llevado a reformas estructurales que terminan beneficiando a modelos agrícolas intensivos, orientados a la exportación, en lugar de fortalecer la producción local para consumo interno.

Desde mi experiencia, esto ha dejado a muchos pequeños productores fuera del sistema. La presión por responder a mercados internacionales puede desincentivar cultivos tradicionales o sistemas más diversos y sostenibles.

Monocultivos, insumos externos y sostenibilidad ambiental

He visto proyectos donde se promueve el uso de paquetes tecnológicos completos: fertilizantes químicos, semillas mejoradas, agroquímicos importados. Esto muchas veces favorece monocultivos que, si bien pueden ser rentables a corto plazo, generan degradación del suelo, dependencia económica y pérdida de biodiversidad a largo plazo.

No se trata de demonizar la tecnología, sino de cuestionar su aplicación sin análisis de contexto. La sostenibilidad real no se logra simplemente aumentando el rendimiento, sino cuidando el entorno y empoderando al agricultor.

¿Qué necesita cambiar para que los proyectos sean realmente sostenibles?

Participación comunitaria desde el diseño

Un proyecto agrícola no debería diseñarse desde un escritorio. La participación activa de las comunidades debe estar presente desde el inicio. He visto proyectos que fracasan no por falta de recursos, sino por no haber escuchado a los agricultores ni considerado sus saberes tradicionales, sus ritmos y sus prioridades.

Cuando los agricultores participan en la toma de decisiones, el compromiso y la adopción de tecnologías se multiplican. Esto es clave para lograr cambios duraderos.

Fortalecimiento institucional y seguimiento post-proyecto

Otro factor crucial es el acompañamiento después de la inversión inicial. Muchos proyectos del Banco Mundial brillan en sus primeros años, pero pierden impacto cuando se retira el financiamiento. ¿La razón? Falta de institucionalidad local, ausencia de equipos de seguimiento, o escaso empoderamiento de las organizaciones rurales.

He aprendido que sin un componente fuerte de fortalecimiento institucional, incluso el mejor proyecto puede diluirse. Es necesario asegurar que haya estructuras locales capaces de sostener los avances logrados.

Agricultura climáticamente inteligente: ¿solución real o reto futuro?

Tecnologías, prácticas y barreras de adopción

El concepto de agricultura climáticamente inteligente (CSA) es una de las grandes apuestas del Banco Mundial. Implica producir más alimentos con menos impacto ambiental, mientras se adaptan las prácticas al cambio climático.

Estas estrategias incluyen:

  • Uso de semillas resistentes a sequías o plagas.
  • Sistemas de riego eficientes.
  • Manejo integrado de cultivos.
  • Restauración de suelos degradados.

Sin embargo, he notado que muchas de estas prácticas no llegan fácilmente a los pequeños agricultores. Requieren inversión, asistencia técnica y en algunos casos romper con tradiciones de décadas.

Adoptar CSA en serio requiere políticas públicas de respaldo, subsidios de transición, investigación local y una red fuerte de extensión agrícola. Solo así se podrá convertir esta propuesta en una herramienta práctica, no solo un concepto bienintencionado.

El desafío de los pequeños agricultores frente a los modelos globales

Acceso a crédito, recursos y capacitación técnica

La realidad es que muchos de los proyectos agrícolas del Banco Mundial, aunque bien estructurados, terminan favoreciendo a medianos o grandes productores. Esto sucede por una razón simple: tienen más capacidad de responder a los requisitos técnicos y financieros de los programas.

Pero los pequeños agricultores, que en muchos países representan la mayoría del sector, quedan rezagados. Les cuesta acceder a crédito, no tienen maquinaria, sus prácticas son tradicionales, y muchas veces no cuentan con títulos de propiedad sobre sus tierras.

He visto cómo, cuando se invierte en ellos de forma directa, con paquetes adaptados y enfoque comunitario, el cambio es enorme. Por eso, todo esfuerzo del Banco Mundial debería partir de esta pregunta: ¿estamos empoderando al agricultor local o desplazándolo?

Conclusión: El Banco Mundial, la agricultura y el camino hacia un desarrollo rural justo

Mi experiencia me ha mostrado que el Banco Mundial puede ser una fuerza transformadora en el ámbito agrícola, si sus proyectos se diseñan con sensibilidad, enfoque local y visión a largo plazo.

He visto regiones cambiar gracias a su intervención: sistemas de riego que devuelven la esperanza, agricultores que recuperan la dignidad y cadenas de valor que integran a comunidades antes aisladas. Pero también he visto lo contrario: proyectos que fallan por no conectar con la realidad local, por imponer soluciones externas sin adaptación ni seguimiento.

En definitiva, el desarrollo agrícola no puede venir enlatado. Debe ser co-creado, con base en conocimientos técnicos, pero también con profundo respeto por los saberes del territorio.

El rol del Banco Mundial seguirá siendo clave. Y como agrónomo que ha vivido de cerca estas experiencias, puedo decir con certeza que cuando se escucha al agricultor, se construye desarrollo verdadero.

Fuentes

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